Mohamed no jama jamón de Jabugo

En la cesta navideña de mi empresa, que hoy por la mañana recogeré, siempre hay un hermoso y suculento jamón. ¡Oh, el jamón, delicioso manjar no apto para gilipollas!
Determinados fanatismos basados en creencias mongoloides les hacen suponer que el cerdo es impuro y los demás animales son purísimos. Una idiotez más de la religión, en este caso de la musulmana. Y los más indicados para aceptar las ideas idiotas son siempre lo más idiotas.
Viene esto a colación de la noticia publicada sobre un niñato musulmán, imbécil galopante, que ha denunciado a su profesor por hablar del jamón en clase. No, no se trata de que el profesor haya obligado a comer jamón a su alumno en una acción de abominable tortura racista. Nada de eso, el profesor - José Reyes Fernández, del instituto Menéndez Tolosa, de Cádiz - daba una lección sobre el clima de montaña y puso como ejemplo que, en Trévelez, provincia de Granada, municipio más alto de Andalucía, donde el clima es frío y seco, se curan muy bien los jamones.
Pues el obtuso tradicional religioso le dijo que no hablase de jamones porque atentaba contra su religión o algo así. Don José le respondió que no le importaba lo que él u otros comiesen o dejasen de comer, y que estaba dando su clase.
En resumidas cuentas, pesa una denuncia sobre el buen docente gaditano por atreverse a decir que el aire serrano de Trévelez es bueno para curar jamones.
Señores blogueros, ahora va a resultar que hacer apología del jamón es peor que hacer apología del terrorismo.
¡Religiones, qué terribles inventos cuando las utilizan los hijos de puta y los tontos de baba!... Y hablando de babas, ¡se me hace la boca agua pensando en mi jamóncito!