Ocasión única

Si alguien aún no ha conseguido entradas para la boda de Guillermo de Inglaterra y Kate Middleton, yo le vendo una muy buena de iglesia, sólo tres filas por detrás de Isabel II, la abuela paterna del novio, una señora que trabaja de reina en sus ratos libres, osea: todo el día, festivos incluídos.
También las tengo de calle (más baratas, por supuesto) y de balcón, para ver pasar la comitiva de carrozas engalanadas agitando una banderita con frenesí y gritando "¡Dios salve a la Reina de morir de desnutrición!", "¡Vivan los novios y la madre que parió a Falete!", ¡El pueblo está con su monarcas divinos de la muerte!, etc.
Ya saben que se trata de un acontecimiento irrepetible, no como los Barça-Real Madrid, que los hay todos los años. Guillermo de Inglaterra no se casa así como así, (de hecho, hasta ahora no se había casado) no es como los famosetes de Hollywood y otros personajillos plebeyos de chichinabo. Tampoco piensa pegar a su mujer, nos ha dicho, porque eso es cosa de católicos machistas como Mel Gibson.

A los que no les alcance el presupuesto para la entrada o no puedan desplazarse ese día por la causa que sea (cita con su médico, ensayo con el grupo rociero al que pertenece, etc.) siempre les quedará el consuelo de verlo por televisión. La ceremonia será retransmitida en directo por Tele Madrid para Extremadura y los Emiratos Arabes Unidos, con comentarios en catalán de Esperanza Aguirre. También escucharemos las acertadas opiniones de Sánchez Dragó sobre la sexualidad en la adolescencia de Kate Middleton y un recital poético pornográfico de Carmen de Mairena. (Única hija secreta de Carrero Blanco conocida hasta ahora)
¡Viva Inglaterra y el cocido madrileño!