Accidentes o barbarie

Ayer por la mañana, pocos kilómetros después de dejar atrás Cartagena, vi sobre el asfalto de la autovía un gato yacente, víctima sin duda del impacto de un vehículo. Desgraciadamente no es para extrañarse. Yo mismo he tenido que esquivar en muchas ocasiones a perros abandonados que cruzan "sin mirar" Y en cierta ocasión - lo conté en un post - una noche que regresaba de la costa por una carretera comarcal, maté a un conejo que se lanzó directo a la rueda delantera izquierda de mi coche, posiblemente "hipnotizado" por la luz del faro.
Mi extrañeza surgió cuando, a no menos de 100 metros del anterior, vi otro gato muerto. Y la extrañeza se convirtió en asombro a unos 30 kilómetros de allí, un poquito antes de llegar al Puerto de la Cadena, al descubrir un tercer gato desangrado.
Tres cadáveres recientes de gatos en tan pocos kilómetros y en el mismo carril, en el izquierdo, casi en la mediana, ya no es muy normal que se diga.
Me horroriza pensar que alguien decidió desprenderse de sus mascotas de una forma tan cruel, o que se trató de un entretenimiento de jóvenes descerebrados. Y me horroriza más pensar que el anterior pensamiento puede ajustarse a la realidad, dada la mísera condición humana.