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Un clown con historia propia

A PURA SONRISA TOTO CASTIÑEIRAS SE DIVIERTE EN LA CARPA DEL CIRQUE DU SOLEIL.

Toto Castiñeiras Además de formar parte del prestigioso Cirque Du Soleil, presenta a partir de hoy su propio espectáculo, "Finimondo".

Por: Sandra Commisso

La historia de Toto Castiñeiras podría ser la del hijo pródigo, o mejor dicho, en su caso, la del payaso pródigo. Toto se formó en la Argentina como actor, clown y acróbata, entre otras cosas. Después voló por el mundo y ahora regresa, como una de las grandes estrellas del Cirque du Soleil. Pero además de trabajar con la famosa compañía canadiense, Castiñieras aprovecha y también presenta su propio espectáculo, Finimondo.

Se trata de un unipersonal con siete únicas funciones en el Metropolitan 2, antes y durante la estadía en la Argentina junto al circo más espectacular del mundo en la actualidad, que llega en pocos días con Quidam, el nuevo show de la troupe.

Toto, que recibió elogios de la prensa internacional que lo calificó como uno de los mejores clowns del mundo, compone, en su espectáculo a un payaso enamorado que, a punto de salir a escena, descubre que es parte de un triángulo amoroso.

Ante esa situación, elabora rápidamente un plan demencial de venganza que comienza cuando el telón se abre y se pone a actuar. Pero la función que lleva a cabo es muy diferente a la ensayada, y el público se convierte en cómplice involuntario de su crimen.

Con su habilidad para este tipo de humor tan particular, Castiñeiras muestra hasta dónde el ser humano es capaz de amar. Pero también, su contracara: hasta dónde uno es capaz de odiar.

Finimondo es definida como una historia de amor a la vez tan trágica como divertida. El talento está en este hombre, que es capaz de convertir una traición al corazón en un espectáculo humorístico. Como protagonista de la historia se muestra desgarradamente y enloquece ante los ojos de los espectadores, que se ven convertidos en sus cómplices sin buscarlo.

Toto hace convivir en su espectáculo -que cuenta con vestuario de Renata Schussheim, entre otras cosas-, música en vivo, poesía, humor y drama. Y todo pasa por su tamiz,

Castiñeiras nació en Mar del Plata, donde estudió teatro, acrobacia y artes visuales, entre otras disciplinas. Y ya a los 14 años empezó a trabajar como artista callejero, además de presentarse en teatros, cabarets y circos en su ciudad natal, en Buenos Aires y más tarde, en muchos otros lugares del mundo. También es autor y director y actualmente en su Escuela de Claun teatral se dedicada a formar a artistas callejeros. Y en 1998 formó su propia compañía Lafarfala Teatro.

Antes de formar parte del Cirque du Soleil, escribió y dirigió los espectáculos Celestyna, Bernarda, y Desdémona, una comedia, entre otros.

En el 2004 se integró a la Compañía del Cirque du Soleil, donde creó dos rutinas cómicas para el show Quidam con las que se presenta por todo el mundo, desde Asia y Medio Oriente hasta Europa y Sudamérica. También dictó talleres, trabajó como coach de clowns y supervisó rutinas especialmente armadas para la compañía canadiense con la que está de gira ininterrumpidamente desde hace seis años.

Fuente: Clarín

Isabel Quinteros, en un unipersonal

La Coronela. De Alicia Muñoz. Con Isabel Quinteros. Dirección: Néstor Sabatini. Escenografía: Alicia Vera. Música: Mariano Cossa. Luces: Ariel Bonomi. Asistente de dirección: Noemí Celano. C. C. Caras y Caretas, Venezuela 330. Sábados, a las 21. Duración: 65 minutos.

Nuestra opinión: buena

En el fragor de las luchas internas que enfrentan a fracciones irreconciliables de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en febrero de 1827, finales de la presidencia de Bernardino Rivadavia, el coronel Juan Lucero es fusilado por su adhesión al bando federal. Lucero era un militar que había dedicado doce años de su vida a la lucha por la independencia del país. Su mujer, Dolores, reclama entonces ante las autoridades la devolución de su cuerpo, que le es negado. Frente a esta circunstancia decide velar en ausencia al fallecido, del que expone sólo los emblemas de su condición castrense: el uniforme, sus medallas y el sable.

Esta actitud desatará nuevas represalias que, aunque provoquen más sufrimiento en la esposa, no doblegarán su lucha. La mera lectura del episodio evoca situaciones más contemporáneas de la Argentina, donde la desaparición de personas ha impedido que los cuerpos de los muertos fueran enterrados en cristiana sepultura, reproduciendo la tragedia que Sófocles había descrito 2400 años antes en Antígona. Es claro que Alicia Muñoz, autora de este monólogo y de una importante producción teatral (Un león bajo el agua, Justo en lo mejor de mi vida ?ambos premiados? o Soñar en Boedo), ha querido metaforizar sobre eso y en ese hecho se concentra el principal valor dramático de su trabajo.

La puesta en escena de Nestor Sabatini es despojada y apela a muy pocos elementos escénicos, dejando que sean la palabra y la actuación los que acaparen la atención del público. Todo en un lóbrego y con predominio, incluso en el vestuario, de los tonos oscuros. Es también visualmente lograda la entrada de Dolores por ese patio colonial que está detrás del escenario y le da al contorno inicial un buen ambiente de época. La interpretación de Isabel Quinteros tiene una potente fuerza expresiva y consigue darle a los pasajes de confrontación el nivel de tensión adecuada. No obstante todas estas virtudes, el espectáculo no puede remontar por momentos cierta monotonía narrativa del texto que debilita su atractivo general.

Alberto Catena

Fuente: La Nación

Los orígenes acrobáticos

Kooza, de Cirque du Soleil. Hoy, a las 20, por A&E

La presentación del espectáculo Kooza, en el que el Cirque du Soleil recupera sus orígenes acrobáticos. El show, que cuenta la historia de la vida de un personaje meditabundo que recorre el mundo en busca de su lugar, combina dos tradiciones circenses: las actuaciones acrobáticas y el arte de los payasos, con un estilo que tiene muchas similitudes con el arte que desplegaban los actores en el cine mudo.

Fuente: La Nación

Teatro en la ciudad de Buenos Aires

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Del 20 de mayo al 2 de junio de 2010

La belleza de los sonetos de Shakespeare

Helena Tritek logró una interesante puesta en escena

El amante del amor. Sonetos de William Shakespeare. Intérpretes: Victoria Almeida, Stella Brandolín, Mariano Gladis, Roberto Romano y Alejandro Viola. Realización de arte: Alejandro Granado. Asistente de dirección: Diego Lorenzo. Dirección: Helena Tritek. En Patio de Actores, Lerma 568 (4772-9732). Viernes, a las 21. Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: muy buena

Shakespeare es como el mar: infinito, incesante, insondable. Cuantas veces uno se sumerge en sus textos, encuentra nuevos tesoros donde creía haber agotado la veta. Aquí se trata no sólo de los sonetos: también hay fragmentos de La tempestad, Cuento de invierno, Venus y Adonis, El peregrino apasionado? Desde que, años atrás, Bernardo Forteza dijo admirablemente los versos de Venus y Adonis en el Payró, no se recuerda en nuestros escenarios un mayor homenaje a la poesía del Bardo.

El amante del amor es un espectáculo muy bello, muy original; por completo distinto, arriesgado y travieso. Irreverente, también, lo que cabe agradecer cuando se trata de un clásico. Inclasificable dentro de un género determinado, podría comparárselo con una revista en cuyos diversos cuadros se mezclan la poesía, la música ?Shostakovitch, Granados, Händel, Bach y, sobre todo, Mozart?, la danza, el circo, la tragedia y la picardía. En este último aspecto, es un hallazgo acercar a Shakespeare y Mozart, hermanos en saltar sin red de un extremo a otro del espectro de las emociones y las pasiones, con singular facilidad y felicidad.

Elenco prodigioso

Con mínimos elementos ?máscaras, cuatro bancos, una embocadura de escena que evoca el recinto isabelino de The Rose?, una rica imaginación y una estética muy refinada pero que no desdeña lo rústico, el reconocido talento de Helena Tritek juega con las imágenes, las metáforas, los retruécanos y las picardías de los textos prodigiosos: es evidente que se divierte mucho, lo mismo que los excelentes intérpretes (capaces de tararear a capella difíciles arias de Mozart) y, por cierto, también el público.

El sentido de algunos cuadros variará, seguramente, según el temperamento y la sensibilidad de cada espectador, y no sabemos con exactitud que significa aquí el rubro "realización de arte", pero, sea lo que fuere, merece compartir el aplauso.

Ernesto Schoo
Fuente: La Nación

Entrevista con el director y regisseur Daniel Suárez Marzal

“Esta obra nos habla de despojamiento del ego”

Acaba de estrenar La gran magia, de Eduardo De Filippo, un autor napolitano que desarrolló un “teatro de arte para todos”, ideológicamente opuesto al movimiento fascista. “El tono de sus comedias desubica. No es fácil saber dónde está lo serio y dónde lo cómico”, señala.

Por Hilda Cabrera
Imagen: Sandra Cartasso

“Vivimos en una época negativa para todo lo que sea cooperar y coordinar acciones, pero junto al elenco logramos cambiar ese clima, comprender el trabajo y colaborar. Nos ayudó La gran magia, que nos habla de despojamiento del ego.” El director Daniel Suárez Marzal se refiere a la obra del napolitano Eduardo De Filippo que se estrenó ayer en el Teatro Presidente Alvear. Cuenta haber sido afortunado espectador de la puesta que en 1984 realizó el actor y director Giorgio Strehler, en el Piccolo Teatro de Milán (fundado en 1947), donde este prestigioso creador italiano, fallecido en 1997, desarrolló un “teatro de arte para todos”, ideológicamente opuesto al movimiento fascista. “Quedé estaqueado en la butaca”, recuerda el director. Pasó el tiempo, y en su condición de artista viajero a cargo de puestas en teatros de Alemania, Italia, Austria y España, asistió en 2009 a una función de esta misma obra en una de las salas de la Comédie Française: “Fue un éxito que se repitió este año y dio lugar a que otros se interesaran por De Filippo y presentaran obras suyas en España y Alemania”, resume.

–¿De Filippo era un olvidado?

–No, pero nunca fue considerado como un Luigi Pirandello. Lo imagino como una persona muy sabia porque durante el fascismo supo ofrecer bombones envenenados a los que lo combatían sin que éstos lo advirtieran.

–¿Cuál era su estrategia?

–El tono de sus comedias desubica; son sarcásticas y no es fácil saber dónde está lo serio y dónde lo cómico. Pudo desarrollar su teatro en las peores condiciones, incluso se cuenta que en los días de bombardeo las obras de De Filippo seguían teniendo público. Resistió con ideas políticas, pero sobre todo filosóficas.

–¿Qué le impactó en aquella función del Piccolo?

–El juego entre el italiano y el dialecto napolitano, y la filosofía del autor. Pienso que De Filippo había incurrido en lecturas del hinduismo y las utilizaba sin teorizar. Si bien no hallé información sobre esta posible influencia, hay frases enteras sacadas del libro Bhagavad Ghitá (incluido en el texto épico del Mahabharata). Hay una que dice que así como los magos no creen en su magia, Dios no cree en la ilusión. La palabra ilusión está colocada como mentira necesaria, instrumental, con la cual uno va componiendo la vida: con esas “sombras” del universo hinduista convertidas en “mayas” (ilusiones) el ser humano construye su vida. Existe un juego hindú donde la ilusión está puesta en el penúltimo casillero contando desde abajo. Esto significa que se la considera negativa para el desarrollo humano. Está junto a la ira y otras emociones. La ilusión es una emoción “condenada” por mentirosa, pero necesaria.

–Cuidar que no se descubra el truco da lugar a comportamientos impiadosos. En una escena de la obra se sabrá que el mago aplasta canarios...

–Esa escena es muy clara: Otto, el mago, dice que él puede matar a los pájaros porque ellos no tienen ilusiones. Es tremendamente sardónico.

–¿La sorpresa que producen algunos personajes parte de esa lógica?

–No digo que De Filippo sea un autor desapegado, pero algo de esto manifestó en una etapa de su vida, y a tal punto que él llegó a interpretar a Otto y Calogero (el marido engañado), alternando los papeles en diferentes funciones. Una manera de mostrar que un personaje engendra a otro. Calogero se convierte en mago de su propia vida y empieza a actuar como tal. No abre la caja que le entregó el mago, porque dice que ya ha aprendido, que es él quien ha creado la ilusión y Otto no tiene derecho a ver qué hay dentro de sus ilusiones. De Filippo coloca a sus personajes en otro plano y el mago es más un filósofo que un Mandrake.

–¿Existe relación entre la escritura de De Filippo y la de Luigi Pirandello?

–Sí, aunque no sé hasta qué punto era algo consciente. En el repertorio de De Filippo y su padre, Eduardo Scarpetta, había obras de Pirandello, a quien conocieron en los años ’30. Tradujeron un relato del siciliano al napolitano y lo dramatizaron: El traje nuevo (Il abito nuovo, estrenado en 1936). Strehler quiso rescatar a De Filippo porque lo admiraba y sentía que era injusto que no se lo reconociera como un creador mayor por el hecho de haber sido tan fiel a su dialecto. De Filippo tradujo obras de Shakespeare al napolitano y las presentó en el teatro que había fundado con su padre. Rescató la propia cultura sin olvidar a los clásicos.

–¿Esa fidelidad a lo propio fue característica de la época? Pier Paolo Pasolini escribió en dialecto friulano y lo defendía frente al italiano.

–Había una tendencia a trabajar en el propio idioma, también como respuesta a la imposición de una única lengua para toda Italia. De Filippo revalorizó la creación popular y fue un investigador del alma humana. En Argentina se lo conoce poco; en 1966 se estrenó en el Teatro San Martín Navidad con los Cupiello (Natale in casa Cupiello, con Eva Franco), aunque su obra Filomena Marturano trascendió también al cine, donde actuó Tita Merello. Para esta puesta busqué traducciones al español, pero como no eran adecuadas, decidí ocuparme. No se tomaba en cuenta que la obra fue originalmente escrita en italiano y napolitano.

–¿Cómo se resuelve el “diálogo” entre dos lenguajes?

–Tuve que recurrir a alguien que supiera bastante napolitano y me ayudase. Tenía conmigo la versión francesa que vi representada, y compré. Traté de ser muy cuidadoso en la traducción porque hay situaciones que no se descubren en las primeras lecturas.

–¿Las picardías sobre todo?

–La gran magia tiene escenas cómicas, saltos de género y pinta a un Nápoles diverso en cuanto a dinero: el conventillo en el que vive Otto, el hotel para ricos donde éste realiza sus números de magia y la lujosa residencia de Calogero.

–¿Esa marcación suponía una crítica?

–En De Filippo fue más explícita en la posguerra (Napoli Millionaria, de 1945, estrenada por su compañía en Il teatro di Eduardo antes de la liberación por los partisanos y las tropas aliadas). En La gran magia, de 1948, hay además una búsqueda interesante. Este hombre rico busca a la mujer ideal, por eso no acepta la propia cuando ésta regresa después de haber huido con su amante. Otto vive peleando con su mujer, pero la acepta. Son dos aspectos de la convivencia amorosa, una ilusoria y otra posible.

–La puesta es compleja, ¿cumplió con todas las indicaciones del autor?

–Algo hicimos. Es una obra riesgosa porque el autor no se casa con ningún género y el actor debe construir totalmente la cuarta pared: una platea que es también el mar de Nápoles. Tuve suerte porque el elenco respondió. Para la elección de los intérpretes tomé en cuenta las indicaciones del director Kive Staiff por lo mucho que sabe. Es difícil hallar intérpretes para una obra que cuenta con dos personajes masculinos tan definidos, donde los dos son protagonistas. Con Gustavo Garzón trabajé en Rotos de amor, de Rafael Bruzza. Es un actor con mucha verdad. A Víctor Laplace lo conozco bien, hicimos muchísimas obras.

La ficha:


Nacido en La Plata, el director y régisseur Daniel Suárez Marzal se ha destacado en la puesta de obras de autores clásicos y contemporáneos, entre otros de William Shakespeare, Carlo Goldoni, Calderón de la Barca y Bertolt Brecht, y en la régie de óperas de autores célebres, como Rossini, Donizetti, Glück, Pergolesi y Georges Bizet. Ha trabajado en teatros europeos y latinoamericanos. En el Teatro Colón y el Argentino de La Plata se ocupó –entre otras régies– de Werther, de Jules Massenet (en base al texto de Goethe); Adriana Lecouvreur, de Francesco Cilea; Rigoletto, de Verdi, y Cosi fan tutte, de Mozart. Actualmente proyecta la dirección de Los mirasoles, de Julio Sánchez Gardel, para el Plan Federal de Coproducciones del Teatro Nacional Cervantes; una ópera en la ciudad de Córdoba y un espectáculo musical con un elenco joven en Ciudad Cultural Konex. Otra propuesta, aún sin fecha de estreno, es Aquello que te dije, obra cómica propia, y La dama de Birmania, también suya y escrita en verso, donde rescata la figura de Aung San Suu Kyi, hija del independentista birmano asesinado en 1947, detenida en su país con arresto domiciliario. Suárez Marzal logró visitarla, vigilado por unos guardias. “Acá estuvimos cerca de estrenar la obra con Elena Tasisto –comenta el director–, pero no pudo ser. De todas formas no está perdida; interesó a algunas organizaciones extranjeras y Emiliano Portino, especialista ligado al teatro, la está traduciendo al inglés.”

Fuente: Página 12

De Cataluña al Casal de San Telmo

En el Margarita Xirgu. El director catalán Xavier Albertí toma al teatro como espacio de afirmación Foto:LA NACION / Rodrigo Néspolo

Xavier Albertí

En su primer trabajo en la Argentina dirige a Alejandro Paker y Boy Olmi, en una obra de un compatriota suyo

Dos obras de teatro musical lo presentaron, el año pasado, dentro de la comunidad teatral porteña, fue en el marco del VII Festival Internacional de Buenos Aires. El catalán Xavier Albertí dio a conocer entonces Crónica sentimental de España y El dúo de la africana. Pero no es sólo esa línea creativa la que define su trabajo. Lleva un largo camino dentro del campo de la dirección escénica y sus intereses, también, están puestos en textos de autores contemporáneos.

Ahora, regresa a esta ciudad para llevar a escena Sótano, una pieza de otro catalán, Benet i Jornet, de la que realizó dos puestas anteriores: la primera en catalán, en Barcelona; y la segunda en Madrid y con traducción al español.

Dos actores locales le pondrán ahora el cuerpo a ese texto del que pocas pistas se difunden: Boy Olmi y Alejandro Paker. Su estreno está previsto esta noche, en el Margarita Xirgu.

"Aunque sea la tercera vez que dirijo esta obra ?explica el creador?, siento realmente que es como empezar de cero. Es un tipo de material textual pensado para el desarrollo de una química actoral muy determinada. Cambias de actores, cambias absolutamente de recorrido. Hoy siento que conozco profundamente el texto, hay una comprensión en cada una de sus sílabas que ya tiene una decantación de casi tres años. Pero, al mismo tiempo, es muy atractivo poner toda esa experiencia al servicio de una musculatura ideológica nueva".

Albertí está convencido que es un error contar el argumento de Sótano y, entonces, prefiere referirse a algunos de los temas que se abordan en la pieza porque, según afirma: "Creo que lo que hace Benet i Jornet no es un espectáculo cuyo sentido esté cerrado sobre el escenario. Su sentido lo cerrarán cada uno de los miembros de la platea. Estoy bastante convencido, además, que la capacidad de significación del texto para un espectador y, el que está sentado a su lado, serán diferentes".

Refiriéndose más detalladamente al mundo de la pieza, Xavier Albertí relata: "Hay una situación inicial muy simple. Un hombre ha hecho entrar a otro a su casa porque vio que alguien estuvo a punto de atropellarlo y, a partir de aquí, vamos entendiendo por qué ese hombre caminaba despistado por la calle, por qué ha entrado, qué buscaba y eso nos lleva a un sitio muy lejano al final de la obra".

?¿Sobre qué temas concretos trabaja el autor?

?Es un texto que se acerca a unos aspectos que son bastante tabú en nuestra sociedad: el dolor, la capacidad de infligir dolor a determinadas personas, el suicidio, la repercusión de la conciencia de haber sido causante de la muerte de otras personas. Todo eso lo hace el autor desde perspectivas que tienen densidades éticas muy distintas. Sótano nos remite a ver cómo podemos trabajar nuestra capacidad de superar culpas profundas, culpas que han causado incidentes humanos de dimensiones trágicas; pero eso, o bien paraliza y por tanto la única salida posible es la muerte o, se puede salir de allí a través de la redención.

Aunque el musical y la dramaturgia contemporánea parecieran ser sus anclajes en el teatro Xavier Albertí tienen algunas predilecciones en cuanto a autores y mundos a trabajar. "Me fascina trabajar con autores de otras generaciones ?dice?, no tanto con los grandes clásicos. Creo que exige más compromiso asistir a esas últimas generaciones: Pasolini, Pinter, Tomas Berhard. Esa generación me permite acercarme a mis contemporáneos con la garantía de que no hay desconexión, que no hay la creación de un mundo, como a veces se nos hace pensar. Toda esta generación es como es porque la anterior fue como fue y su compromiso es el que hemos heredado". A su vez, agrega que "el teatro sigue siendo uno de los pocos mecanismos que nos quedan para hacer pactos de convivencia común. El teatro es un rito civil donde, a través de aplaudir conjuntamente determinados discursos ideológicos, revertimos nuestros pactos de convivencia respecto de lo que aceptamos, lo que destruimos, lo que cuestionamos, lo que queremos visualizar, lo que anhelamos. Y por tanto, todo eso, sin una conciencia de nuestras raíces está suspendido en el aire".

Carlos Pacheco

PARA AGENDAR

Sótano, Benet i Jornet, dirigida por Xavier Albertí.

Margarita Xirgu, Chacabuco 875. Viernes y sábados, a las 21; y domingos, a las 20.

Fuente: La Nación

Desde hoy: Les Luthiers

Lutherapia

En el Gran Rex

Les Luthiers vuelven a Buenos Aires con la tercera temporada de Lutherapia. Viernes y sábados, a las 21.30, y domingos, a las 20, en el Gran Rex, Corrientes 857. Con más de 109 funciones, el famoso grupo de teatro musical superó los 260.000 espectadores. Lutherapia incluye títulos como "El cruzado, el arcángel y la harpía", "Las bodas del rey Pólipo", "El flautista y las ratas", "Aria agraria" y "El día del final".

Fuente: La Nación

Marathon, o el baile que gira

Teatro Cervantes, Córdoba y Libertad. De jueves a sábados, a las 21; y los domingos a las 20.30 horas.

A partir de esta noche, Marathon, el emblemático texto de Ricardo Monti, volverá a girar en el escenario del Cervantes con dirección de Villanueva Cosse, la interpretación de Pompeyo Audivert y un numeroso elenco.

Fuente: La Nación

Finos, cultos y graciosísimos

Alejandro Orlando y Pedro Paiva

Fo, el filoso, la nueva obra de Los Modernos, es un alarde de creatividad y talento

Fo, el filoso. Con Los Modernos (Alejandro Orlando y Pedro Paiva). Libro: Pedro Paiva. Vestuario, coreografías y puesta en escena: Los Modernos. Producción: Jorge Vidoletti y Silvina Silbergleit. Viernes y sábados, a las 22.30, y domingos, a las 21.30. En El Cubo, Zelaya 3053. Duración: 100 minutos.
Nuestra opinión: muy bueno

Con irreverencia, ellos dos se plantan orondos, en un escenario a la italiana con la prestidigitación necesaria como para envolver al público en ese seductor universo semántico que los hace únicos. Son Los Modernos, un dúo que es más famoso en Córdoba y en España que en Buenos Aires. Pero a juzgar por este, su segundo espectáculo en un teatro porteño, no tardarán mucho en imponerse.

Se ufanan de tener su propio lenguaje y unos códigos únicos. Y es así. Desde sus atuendos, camisas con volados, sacos de terciopelo y polleras. Ese estilo único está basado en juegos verbales generadores de una forma de humor cultural, que es un verdadero placer.

Los espectáculos de Los Modernos son una partitura única. Casi no hay división entre los segmentos de la obra; están unidos por líneas muy delgadas, y hasta sus pausas son musicales. Ellos divierten por medio de su erudición. Saborean metáforas y se burlan de frases hechas y refranes. Les encanta mordisquear conceptos y elaborar teorías propias a través de otras establecidas.

Todo eso se desarrolla con permanentes coreografías lingüísticas. De este modo, juegan con la semántica, la rima, el unísono, la musicalidad impuesta, la natural y la deliberada.

Alejandro Orlando y Pedro Paiva son actores espléndidos que poseen voces impecables. Ambos son dueños de una capacidad única para matizar la voz cantada con la voz hablada, sin mayor necesidad de música que la misma musicalidad de las palabras. Es así como toda su propuesta es armonía y sincronía, en un marco desopilante e inteligente.

Cada uno, Orlando y Paiva, tiene su personalidad y su propia composición, aunque hay algo en el trabajo que hace que uno los vea como un ensamblaje, sin capacidad de separación.

Fo, el filoso es un homenaje al absurdo y un tributo al autor a través de una virtuosísima filosofía burlesca. La propuesta estética y artística de Los Modernos es una prueba de que se puede hacer humor fino con fibra gruesa.

Pablo Gorlero
Fuente: La Nación