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Magnus y Krupa, entre el vacío y lo lúdico

Ciclo Cuatro Ficciones en el Centro Cultural Islas Malvinas de La Plata

El ciclo de charlas literarias, organizado por la Editorial Mil Botellas cada jueves en el Centro Cultural Islas Malvinas, no estuvo ajeno a los eventos de Bicentenario. Luego de dos semanas de ausencia, retomaron los encuentros bajo el título Las nuevas voces de la narrativa argentina, una forma de escuchar la literatura que se está gestando en el Bicentenario. En este caso, los invitados fueron Ariel Magnus y Daniel Krupa, dos escritores que no superan los 40 años.

En el encuentro se escucharon dos voces bien distintas. Daniel Krupa, escritor oriundo de Berisso y autor de tres novelas cortas, reconoció la importancia de César Aira en la literatura nacional, "generó un cambio que a mí llegó". En cambio, Ariel Magnus, se distanció de la literatura de Aira: "no me atrae, me parece que propone un esquema abierto, sin sentido que no me interesa". Aunque, destacó que sus libros "pueden ser un antídoto de (Jorge Luis) Borges. Lees a Borges y te parece imposible escribir. Aira te permite pensar que es más fácil la escritura".

Ariel Magnus, autor de Un chino en bicicleta –novela ganadora del prestigioso premio La otra orilla en 2007–, vivió varios años en Alemania hasta que regresó a Buenos Aires, por elección. Y por elección también sus libros se desarrollan en la ciudad capital del país. "Caigo en Buenos Aires como persona, por eso mi literatura también cae en esa ciudad", confesó. La última novela de Krupa, Serpientes (2009), es la única que no elige como escenario a La Plata. "Es un viaje de tres amigos a Apóstoles, Misiones, que deben superar una serie de peripecias". La que está escribiendo ahora, regresa a La Plata, más precisamente a la Catedral, lugar donde aterrizan una serie de platos voladores con un objetivo claro.

Otra de las diferencias que evidenciaron los autores se centró en sus orígenes de escritor. Magnus recordó que "desde los ocho años quería ser escritor. Armaba mis propios libros artesanales, libros de diez páginas. Después, en Alemania, mi paso por el periodismo me permitió editar mi primera novela". La obra es Sandra, del año 2005. Para Krupa, quien editó su primer libro en 2006, Cerca, la posibilidad de escribir se dio casi azarosamente. "No fue buscado, como algo que se decantó, nunca me había pensado como escritor. Para mí la literatura es algo lúdico, no busco problemas con la escritura", comentó.

Magnus cerró la idea con una mirada más filosófica y, a la vez, con cierta pesadumbre: "yo me siento como en el Medioevo, en un vacío total. Escribo y ahora ya no muestro a nadie lo que escribo". Luego admitió que escribe y mucho. Este año, publicó dos libros, Doble crimen y Ganar es de perdedores, y otros cuentos de fútbol.

Fuente: Diagonales

Se celebró en nuestra ciudad el Festival Palabra en el Mundo

En la Vieja Estación de La Plata

Se celebró en nuestra ciudad el festival Palabra en el Mundo, y hubo arte, muestras de editoriales independientes, y música. Todo, en honor a la comunicación humana

Agarrar las palabras, tocarlas, sostenerlas, palparlas, escribirlas, detenerlas, pensarlas, interpretarlas y valerse de ellas para dar sentido y resignificar permanentemente el mundo en que vivimos. De múltiples y creativas maneras, en la noche del viernes último, las palabras fueron protagonistas de un festival que hizo homenaje, nada más y nada menos, a la comunicación humana en todas sus formas.

Bajo el nombre de Palabra en el Mundo, el encuentro tuvo lugar en la planta baja y el primer piso del Centro Cultural Estación Provincial, en 17 y 71. Organizado por el grupo El Faldón, cuya biblioteca funciona en ese edificio, el festival en realidad forma parte de una propuesta internacional, que nació en Cuba y que hoy se celebra en cientos de ciudades del mundo (ver recuadro Nacido en La Habana, celebrado en todo el mundo).

Así, ni la persistente llovizna que nunca desapareció estorbó en lo más mínimo el desarrollo del evento, que arrancó poco después de las 19, y se estiró hasta casi la medianoche. Y los millones de vocablos que nos rodean se hicieron presente en forma de canción, libros, afiches, poesía, lectura y más.

Ambientado con calidez, desde la iluminación hasta los colores elegidos, el salón de entrada a la Vieja Estación invitaba a todo aquel que quisiera participar pasiva o activamente en la fiesta de las palabras.

Los que primero se le animaron al espacio apostado en la esquina, con alfombra roja y micrófono, fueron escritores y lectores ya entendidos en el mundo de la poesía. Pero también hubo algunas interpretaciones espontáneas, y los espectadores acomodados en sillones y el suelo eran cada vez más. También hubo quienes leyeron ensayos y reflexiones propias acerca de temas de actualidad.

A los costados, varias editoriales y revistas independientes habían apostado stands para mostrar y ofrecer sus trabajos, entre ellas Morosophos, Mil Botellas, El Cisne del Arte, Vomitarte, Vuelta a Casa, La Pulseada, Píxel Editora, y Grupo La Grieta. Otra que también expuso su arte fue Nicolasa Ottonello, experta en caligrafía, quien sacó de su pluma hermosas y prolijas palabras como salidas de antiguos manuscritos.

Apelando al infalible factor sorpresa, las mujeres del grupo Con esta boca en este mundo arrancaron sin aviso una intervención artística, que mezcló poesía, actuación y canto. Para ellas, las palabras estaban presentes en forma de globos negros, que se podían tomar, utilizar, pensar, y pasar a la compañera.

También se podía visitar la sala de trueque de libros que posee la biblioteca popular del grupo El Faldón, y que funciona sólo durante los domingos de mayo, hasta nuevo aviso. Mientras tanto, en el primer piso, desde un improvisado estudio, el festival se transmitía en vivo, para que las palabras de la fiesta se multiplicaran a todos los hogares a través del micrófono. Otros que también participaron del festival fueron los grupos Lunares y Lumbares, Barataria, el Coro de la Red de Centros Culturales, La Rockola Swing, los percusionistas de Vibra, y Antonio Zucherino y Luis Marecos en una sesión de video-poesía.

Fuente: Hoy

El Bicentenario es Puro Cuento

Alfaguara Infantil lanzó una edición especial dedicada a los doscientos años de la Argentina, pensada especialmente para contar otra historia, a través de relatos de ficción, para chicos y chicas. Pero además de desarmar los manuales y contar la identidad nacional a través de aventuras y obras de teatro, otra gran hazaña de las tres escritoras convocadas –Silvia Schujer, María Inés Falconi y Adela Basch– es poner de relieve la discriminación que sufrían las niñas, adolescentes y mujeres cuando “el pueblo quería saber” y las mujeres eran parte de ese pueblo.

Por Luciana Peker

"–¡Clara Inés, por favor!

–Noescuchonoescuchonoes...

–¡No hagas esto, hija!

–cuchonoescuchonoescuchonoes...

–¡Que abras la puerta, te digo!

–...cuchonoescuchonoescuchonoescu...

–¡Vamos, niña Clarita, abra ya! –intentó Tobiana.

–...

–Ya mismo Clara Inés –amenazó doña Carmen–, porque si no...

–Si no ¿qué? –empezó Clara, encerrada en el cuarto–. ¿Mandarán al Regimiento de Patricios para voltearme la puerta? ¿Al de Pardos y Morenos? Ah, qué miedo. ¿Me encerrarán en un convento como a la pobre tía? ¿Me dejarán sin comer? Si es por mí, que se lleven la comida para los perros y las mulas, para los esqueletos, los moribundos y todos los demonios del universo.

Clara estaba furiosa. Se había pinchado por trigésima vez en una hora y, harta de chuparse la sangre que le brotaba del dedo, había optado por estrellar el bordado contra el piso y salir corriendo a su habitación.

¿Por qué tenía que pasarse las tardes bordando? Odiaba la costura."

***

Clara es el personaje que entre furias y dedos pinchados por el bordado –y un galán moreno que está por abrir su puerta al amor y la rebeldía– pone en palabras no sólo el protagonismo invisibilizado de las mujeres en el Bicentenario sino también la opresión que sufrieron en estos doscientos años mujeres, adolescentes y niñas en el ex Virreinato del Río de la Plata. Pero, como no se trata de hacer sólo manuales al revés, que cuenten otra historia, esta vez de la Z a la A, cansadas de escuchar sobre próceres de la A la Z, la historia –sin mentiras, pero con el vuelo que permite la literatura– está contada a través de la ficción, la investigación y el entretenimiento.

La editorial Alfaguara Infantil preparó –con un proyecto planeado desde hace varios años– una colección para chicos y chicas dedicada al Bicentenario que, entre otras virtudes, muestra la vida (y la no vida) de las niñas de antaño, donde no sólo había pastelitos que quemaban los dientes sino prohibiciones como las que sufría Clara, la protagonista del libro Un cuento de amor en mayo, de Silvia Schujer (que tiene 70 libros, 17 obras más que los años que figuran en su documento) y que, obviamente, se pasó escribiendo, leyendo, enseñando y también llevando –ahora– a su nieta a plástica además de inventar a Clara, una niña rebelada al corset del bordado impuesto en la época de la Colonia a las niñas.

También Adela Basch tiene más libros, de poesía, teatro o cuentos (75) que años (63) y escribió tres títulos para esta colección: ¡Contemos uno, dos, tres y vayamos a 1810!, En estas hojas detallo cómo llegó el 25 de Mayo y Las empanadas criollas son una joya (con formato de obras de teatro que seguramente muchos/as docentes sintetizarán para sus actos escolares) y María Inés Falconi, que tiene 56 años y 50 libros que van de la narrativa al teatro, esta vez rindió homenaje a los doscientos años patrios con El secreto del tanque de agua.

“La mujer no aparece prácticamente en la historia argentina”, dice Silvia Schujer, entre las enredaderas verdes y vidrios de colores de su casa en la que se entrona en el lugar de anfitriona de las otras escritoras para la entrevista con LasI12. “Y a Mariquita Sánchez de Thompson apenas la recordamos porque tenía un piano”, se suma. Y Adela Basch directamente cuestiona el relato que recibió de la historia patria en su infancia. “¿Por qué yo no me enteré de que hubo una mujer como Juana Azurduy?”

¿Qué tiene de especial para ustedes hacer relatos, cuentos u obras de teatro a partir del Bicentenario?

María Inés Falconi: –Yo hice tres obras de teatro que vienen continuando dos obras de teatro sobre la vida de Belgrano y la vida de San Martín. Y para mí abarcan la lucha por la libertad, entendiendo la libertad en el sentido más amplio posible.

¿Qué significa 1810 en sus trabajos?

M. I. F.: –Para mí es la escuela y el acto escolar. Pero lo bueno de escribir es poder contar esas cosas que en la escuela no te dicen. Me hubiera gustado que me contaran la historia más humana, por ejemplo, que French era un subversivo incendiario, que iba a caballo incendiando las casas para que los tipos proclives al virrey se asustaran y no fueran a la plaza. Eso no te lo dicen nunca. Te enseñaban que French era el que repartía escarapelas.

S. S.: –French repartía trabucos.

A. B.: –Que eran armas de fuego, una especie de revólveres antiguos.

S. S.: –Era de la pesada...

¿Y la escuela contó un cuentito de héroes santos que no se rebelaban al poder?

M. I. F.: –Seguro. Eso es algo que tiene una explicación histórica de armar la idea de un ser nacional frente a la inmigración, pero después la historia de Billiken quedo fija en el tiempo. Sin embargo, en la historia nunca te contaban cómo en el diario contabilizaban cuántas esclavas ingresaban al país y no era sólo la negrita cebando mate que nos mostraba la historia. Investigando me enteré hasta de estupideces como que Belgrano y Castelli eran primos y se peleaban por mujeres.

A. B.: –Parece que Belgrano era muy mujeriego...

S. S.: –Lo más maravilloso que tuvo escribir sobre historia fue la investigación. Yo lo iba a incluir a Belgrano en mi libro hasta que me enteré de que tuvo una hija que no reconoció y cómo arrasaban él y su ejército cuando llegaban a los lugares del interior y decidí que no fuera un personaje de mi libro. Pero porque la visión que tenía de la historia, que tenía por los conocimientos escolares y por lecturas literarias, no me indicaban eso de Belgrano. Aunque haya mucho rescatable, porque son personas con ambivalencias, contradicciones y que hay que ubicarlas en la época.

A. B.: –Belgrano, apenas terminó la revolución de 1810, fue enviado por la Primera Junta, que duró muy poco tiempo en el poder y que después fue reemplazada por otra junta mucho más conservadora, a una expedición al Paraguay para difundir los ideales de la revolución. Belgrano no era militar de carrera, sino que aprendió a manejar las armas durante las invasiones inglesas para poder defenderse de los ingleses y lo mandaron a Paraguay y después al Alto Perú con un ejercito que a mí me hace acordar al de la guerra de las Malvinas. Fue caminando porque no tenía ni siquiera caballos desde Buenos Aires hasta Paraguay. Y ojo: ¡no se había inventado el repelente para insectos! (risas). Con un ejército de hombres enfermos, hambrientos, sin ropa, entonces tal vez arrasaban porque tenían necesidad de comer. Hay que ponerse un poco en esa situación. Además, Belgrano venía de una familia muy pudiente y reventó la plata que tenía para apoyar la revolución. El renunció a su sueldo y le pagó al médico que lo atendió cuando se murió con su reloj, que era lo último que tenía. Es imposible tener una visión objetiva de la historia.

Lo interesante es poder elegir qué nos gusta y qué no de esos héroes hasta ahora inmaculados...

S. S.: –Es mejor no mirar la historia desde el punto de vista de los héroes sino desde el de los intereses.

¿Y a ustedes les interesa tener una influencia en la mirada de la historia de chicos y chicas?

A. B.: –A mí me interesa. Me interesa mostrar que hay muchas maneras de leer la historia y de pensarla. Y me interesa resquebrajar la visión acartonada y solemne de la historia que imperaba cuando yo era chica.

Pero que no terminó de cambiar demasiado...

A. B.: –No terminó de cambiar. Y a mí me interesa tener una mirada irrespetuosa y contagiarles a los chicos esa mirada irrespetuosa de la historia. Por ejemplo, yo escribí sobre cómo los negros, los esclavos, los aborígenes, las mujeres (lo que ahora podríamos llamar minorías) no eran considerados seres humanos. Y eso suena irrespetuoso cuando una lo dice tal cual es. A los esclavos/as se los trataba mejor que en otros lugares de Latinoamérica, pero eso no quiere decir que no tenían castigos terribles o que las mujeres por ser negras no fueran violadas desde chicas.
Es irrespetuoso porque la historia nos contó que los argentinos bajamos de los barcos y que fuimos respetuosos con los inmigrantes.

A. B.: –Exacto, pero no fue así.

María Inés, ¿cómo jugaste con la fantasía infantil de poder caer en otro tiempo con un elemento tan autóctono como es el aljibe?

M. I. F.: –Es mucho menos romántico de lo que suena (risas). Yo había pensado que los chicos se metieran en el tanque del techo del agua porque a mí de chica me encantaba estar en el techo de una casa y resolví que aparecían en el aljibe.

Toda una osadía para una niña subirse al techo en vez de jugar a las muñecas...

M. I. F.: –Sí, sí. Me encantaban los techos y las copas de los árboles de Colegiales.
Nuestra historiografía está basada, sobre todo, en la mirada masculina sobre personajes masculinos. ¿Creen que cambia, en el caso de ustedes, que tres mujeres les cuenten a los chicos y chicas la historia desde un punto de vista narrativo y femenino?

A. B.: –Creo que sí. Porque inevitablemente tengo una visión del mundo que es diferente. Yo tengo mucho más en común con un ser humano que es mujer, comparto maneras de ver, de haber sido excluida, de haber intentando incluirme que si uno no fue mujer no las pasó. Veo las cosas de otra forma.

S. S: –Es insoslayable que soy mujer y que tengo una mirada particular que incide en mi escritura. Pero no lo siento, aun cuando mi personaje se rebela, que tenga que ver con esta novela, sino con mi lugar en el mundo.

M. I. F.: –Yo creo que ser mujer te da una visión particular, pero también te la da ser argentina o la familia que tuviste. Yo cuento desde donde soy, pero no sólo por ser mujer, a veces me pregunto si por ser de clase media mis libros podrán entrar en chicos de clase baja.

S. S.: –La historia que está en los colegios no sólo es masculina, es centralista con respecto a Buenos Aires. Está contada por una clase social dominante y desde la parcialidad, pero la más brutal de esas parcialidades es la que tiene que ver con los intereses económicos. Eso es lo más determinante respecto de qué historia nos están contando.

A. B.: –Yo coincido en que lo que parte las aguas son los intereses económicos, pero justamente, por eso se deja afuera a las mujeres y a los aborígenes.

Fuente: Página 12

La literatura del Bicentenario y los lectores platenses

En los últimos meses muchos autores editaron libros sobre la historia y los procesos nacionales, tanto para público adulto como infantil. Las librerías de la ciudad coinciden en que estos últimos son los más vendidos, sobre todo porque los piden en la escuela.

La tendencia es marcada y clara: la literatura infantil que retrata temas del Bicentenario, como la época independentista y sus costumbres, es la más vendida de los nuevos títulos que se ofrecen.
Con la enorme propaganda que del evento se viene haciendo desde el año pasado, son muchos los autores y editoriales que se pusieron a trabajar en el tema. Así, en los últimos tiempos han visto la luz numerosas obras destinadas al público adulto, que develan detalles poco conocidos de la historia argentina, o aportan distintas reflexiones sobre los dos siglos de vida que cumple la república, entre muchas otras propuestas.

Sin embargo, son los relatos y textos para chicos los que llevan la delantera en las ventas, según constatan algunas de las librerías más grandes de nuestra ciudad. Claro que todo tiene sus razones.

Ante la consulta de Hoy, desde uno de los negocios platenses más reconocidos en el rubro señalaron que, en líneas generales, todos los libros sobre el Bicentenario “tienen buena salida”, pero muy especialmente los destinados a los chicos. También destacaron que los textos clásicos, como Martín Fierro, de José Hernández, o Facundo, de Sarmiento, se siguen vendiendo como en otras épocas, y que la propaganda del mes de mayo no ha repercutido en los números.

En tanto, el encargado de otra librería que posee varios locales en la ciudad puntualizó que “si bien la propuesta creció muchísimo, la demanda no aumentó en la misma proporción”, al menos en los libros para grandes. Al igual que el primer local, también aquí se resaltó la búsqueda de los textos infantiles, sin dejar de aclarar que “las escuelas primarias los están pidiendo mucho”.

Con respecto a la literatura gauchesca, el hombre subrayó que se venden como en cualquier época del año, es decir, “muy poco, y de acuerdo a la demanda escolar”, y siempre y cuando los estudiantes no cuenten con algún viejo ejemplar en sus casas. “Aquí tenemos una edición de lujo del Martín Fierro, que es muy linda y no es cara, pero se vende uno cada seis meses, porque la gente no lo viene a comprar por gusto”, ejemplificó el comerciante.

Por su parte, la encargada de otra librería consultada también coincidió en que la literatura infantil tiene gran salida, y explicó que “además de que muchos los piden obligatoriamente para el colegio, también influyen los precios, ya que cuestan menos de la mitad que los libros de adultos”, cuyos precios promedian los 60 pesos. La vendedora también destacó las novedosas colecciones que editaron para la ocasión casi todas las grandes editoriales, y también señaló que fueron muchos los docentes que se encargaron de realizar una búsqueda exhaustiva para conocer los nuevos textos.

Entre los títulos que aparecieron en los últimos meses, figuran 1810, de Felipe Pigna; Diario de Buenos Aires de 1810, de Roberto Elisalde; El otro Bicentenario, de Néstor Restivo y Camilo Sánchez; y Argentina 1910-2010, de Roberto Russell. Los dos primeros se presentan como los más vendidos de la temática.

Por su parte, las novedades para público infantil más pedidas son: Un cuento de amor en mayo, de Silvia Schujer; y Contemos 1, 2, 3, y vayamos a 1810, y Las empanadas criollas son una joya, ambos de Adela Basch.

Ya sea por obligación o por gusto, leer es siempre una sana y rica costumbre. Si a eso se le suma que se puede aprovechar para enseñar cuestiones históricas sobre las que hace falta repensar todo el tiempo, bienvenida sea la literatura del Bicentenario y la gran tarea que tiene por delante.

Fuente: Hoy

El Festival Palabra en el Mundo en La Plata

El festival Palabra en el Mundo se celebrará esta tarde a las 19 en el Centro Cultural Estación Provincial, 17 y 71

El festival surgió como una iniciativa de algunos poetas que conformaban el comité de apoyo del Festival Internacional de Poesía de La Habana, en 2007. La pretensión era lograr una propuesta solidaria y paralela al festival, que permitiera lograr lecturas simultáneas en diversos puntos al-rededor del mundo. Actualmente, el evento se presenta como una propuesta del Proyecto Cultural SUR Internacional, la Revista Isla Negra y el Festival Interna-cional de Poesía de La Habana, y abraza más de 500 propuestas alrededor del mundo.

En esta oportunidad, el grupo El Faldón se une a la celebración de la palabra y las ideas en movimiento. Para ello, convoca al público a participar del encuentro de esta tarde, en el que participarán revistas y editoriales de la ciudad. También habrá intervenciones de Lunares y Lumbares; una muestra caligráfica de Nicolasa Ottonello; radioteatro en vivo a cargo del grupo Barataria; video-poesías y proyecciones; micrófono abierto a poetas y narradores. Además musicalizarán con sus canciones el Coro de la Red de Centros Culturales, el grupo Onestabocaenestemundo y Rockola swing.

Fuente: Hoy