Mostrando entradas con la etiqueta Cine. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cine. Mostrar todas las entradas

Ciclos de cine en la ciudad de Buenos Aires

No forman parte de los festejos por el Bicentenario, pero bien podrían: la sala Lugones y el Malba rescatan la historia del film noir y el policial francés, dos movimientos cruciales para entender qué es (y qué fue, y qué podría ser) el cine.

Durante la segunda posguerra, la crítica francesa encontró, en el grupo disímil de películas norteamericanas cuyo estreno había demorado el conflicto bélico, motivos comunes: un pesimismo que orillaba lo cínico, erotismo subterráneo (en Hollywood regía el represivo Código de Producción), una estilización exagerada y recursos expresivos entonces novedosos como el relato en off y los flashbacks.

Antes de llamarse noirs (por los libros policiales de la Serie Negra con los cuales compartían el gusto por la creación de atmósferas y arquetipos antes que por la rigurosidad de las tramas), a esas historias de perdedores, mujeres fatales y degradación urbana se las conocía simplemente como melodramas.

Pero, caso único en la historia del cine, la etiqueta crítica inventó al género, y el film noir se reprodujo, se transformó e influyó, quizás con mayor autoconsciencia que otros tipos de películas, hasta nuestros días. Basta ver el último filme de Scorsese, La isla siniestra, o la gran femme fatale de De Palma para advertirlo.

Desde la semana pasada y hasta el lunes 13, la sala Leopoldo Lugones del teatro San Martín (Av. Corrientes 1530) ofrece el repaso, en un ciclo tan notable y excesivo como su objeto, por la Enciclopedia ilustrada del film noir. Agrupados en bloques temáticos (Orígenes y nacimientos del género, La consolidación del estilo, El flashback como laberinto, etc.), ya pasaron clásicos como El halcón maltés, con el ícono noir Humphrey Bogart, y Pacto de sangre. Pero queda mucho más, a razón de dos largometrajes por día hasta completar los 46 que componen el ciclo: Laura de Otto Preminger, La mujer del cuadro de Fritz Lang, ejemplo destacado de la influencia del expresionismo alemán en el desarrollo del género, El desvío de Edgar G. Ulmer, cumbre del cine de bajo presupuesto y altísima imaginación visual, entre otras. La programación completa puede consultarse en www.teatrosanmartin.com.ar.

El otro polo de la cinefilia porteña, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av. Figueroa Alcorta 3415), viene dedicando todo el mes de mayo al polar, nombre que recibe la variante francesa del cine policial. La relación del género con su equivalente al otro lado del Atlántico se explica con justeza en la introducción al ciclo que puede leerse en www.malba.org.ar:

“Francia no tuvo ley Seca, ni vivió el fenómeno del gangsterismo (o no lo vivió del mismo modo que Estados Unidos), por lo que era improbable que en los ‘30 tuviera un cine policial semejante al norteamericano. En cambio, ejerció menos represión sobre su propio cine y eso le permitió abordar las densidades de la novela negra mientras el cine norteamericano se veía obligado a pasteurizarlas”.

Sobre todo en sus encarnaciones nouvelle vagueras (Sin aliento de Godard, Disparen sobre el pianista de Truffaut), las viriles y violentas películas del polar dejaron una huella profunda en la historia del cine, influyendo incluso sobre el policial estadounidense, en un movimiento de retroalimentación similar al que se dio entre el western y el cine de samurais japonés.
Queda sólo este fin de semana para ver algunas de las 36 películas que pasaron por el ciclo, pero es más que suficiente para maravillarse y entender qué es lo que pasa cuando la consabida “magia del cine” se vuelve nigromancia.
A. M.

Imperdibles

Podrían ser más, podrían ser todas, pero aquí van cuatro recomendaciones que no habría que dejar pasar de los ciclos en la sala Lugones y el Malba:

Sábado 29 de mayo a las 17 y 22.

Al borde del abismo, de Howard Hawks

La adaptación de El sueño eterno, primera novela de Raymond Chandler y primera aparición del detective Marlowe, fue guionada por el escritor William Faulkner y protagonizada por el matrimonio Bogart-Bacall. Con esa selección de nombres, no puede ser otra cosa que una obra maestra. Sensual y laberíntica, cuenta la leyenda que Bogart y Hawks no entendían quién mataba a uno de los personajes en la novela original. Le preguntaron a Chandler, que les respondió: “¡Carajo, yo tampoco lo sé!”.


Miércoles 2 de junio a las 17 y 22.

Traidora y mortal, de Jacques Tourneur

El director de las terroríficas La mujer pantera y Yo dormí con un fantasma también se le animó al cine negro. Y cómo: Out of the Past -tal su título original- es una de las mejores películas de la historia del cine, para casi todos los especialistas. Una telaraña densa de mentiras cruzadas, engaños y persecuciones peligrosas, protagonizada por un Robert Mitchum de sobretodo eterno, Jane Greer como la más fatal de todas las mujeres del noir y un jovencísimo Kirk Douglas.


Viernes 28 de mayo a las 14.

El último suspiro, de Jean Pierre Melville

La película definitiva de Melville (Bob le Flambeur) comienza en movimiento y termina estática, como los demás grandes pilares de la historia del cine negro, luego de una balacera enroscada y sin sobrevivientes. Y, al igual que en ellos, acá la cosa es más simple de lo que parece: un gángster anda suelto por Francia (llamado simplemente Gu y actuado magistralmente por Lino Ventura) y la policía le sigue el rastro, primero recolectando los cuerpos al costado del camino y después -cínica y despiadadamente- desparramándolos por su cuenta.


Domingo 30 de mayo a las 21.30.

Las diabólicas, de Henri-Georges Clouzot

Basándose en una novela de Boileau-Narcejac (los mismos de Vértigo de Hitchcock), el director de El salario del miedo cruza al noir con el terror en este relato cuyo verdadero protagonista es un cadáver ausente que se niega a emerger de una piscina. Protagonizada por las hermosas y letales Simone Signoret y Véra Clouzot (esposa del director), tiene, además de un suspenso apenas tolerable, un aviso al público como los que ponía Hitch para que su tremendo final no fuese revelado a los incautos.

Fuente: Hoy

Mujer araña: Scarlett Johansson, pelirroja y peligrosa

Por Juan Pablo Bertazza

El número dos representa el enfrentamiento de los opuestos en pugna por la unidad; la lucha permanente entre el bien y el mal, la virtud y el pecado, la luz y la oscuridad. También es el número femenino por excelencia y simboliza tanto el regalo de la vida como la perdición de las tentaciones. Pero además, en tanto remite al espejo, el dos puede ser pensado como el número de la locura.

Además de tener un hermano mellizo, Scarlett Johansson porta un doble dos en su nacimiento –22 de noviembre de 1984–, tiene doble nacionalidad –-estadounidense y danesa–, doble ocupación –actriz y cantante; en 2008 sacó su disco Anywhere I Lay My Head con versiones de Tom Waits, el año pasado hizo lo propio con Break Up, y ahora está amenazando con venirse con un tercero de temas propios–. Trascartón, sus carnosos labios acaban de ser elegidos como los más irresistibles de Hollywood a partir de una encuesta realizada vía Facebook por Victoria’s Secret. Y si terminamos la enumeración ahí es para no desbarrancar babéandonos con las dos razones hipnóticas y pulposas por las que, en Match Point, el personaje de Jonathan Rhys-Meyers arriesgaba hasta volverse loco de lujuria su matrimonio y advenediza riqueza; aquellas mismas dos razones que mucho contribuyeron a que Woody Allen enderezara notablemente su carrera con aquel peliculón dostoievskiano, y también volviera a torcerla con la pobretona Scoop, para corregirse una vez más en Vicky, Cristina, Barcelona, en la que las dos razones de Scarlett se potenciaban al cuadrado con las de Penélope Cruz.

Casi a última hora, en tiempo de descuento, la eléctrica blonda que, como no podía ser de otra forma, fue concebida por un arquitecto, se sumó junto a Mickey Rourke al elenco de Iron Man 2. Cada vez que, en su también dual personaje de Natasha Romanoff y viuda negra, se pone a pegar patadas, nos encontramos ante una notable manera de representar marcialmente el sexo. Pero las paradojas que despierta su actuación en esta película de espectacular comienzo y mediocre desarrollo nos generan casi tanta confusión como esa mezcla explosiva de redondeces criminales y miradita ingenua de “sí, sé lo que pensás”, a la que nos tiene acostumbrados. Si bien todo hacía pensar que estaba pasando por una etapa de estancamiento, su mera presencia en este nuevo film de Jon Favreau ha demostrado que Scarlett sigue siendo noticia. A tal punto que ya muchos la ven como firme candidata a protagonizar la versión norteamericana de Millenium, en el rol de Lisbeth Salander. Claro que para volver a convertirse en noticia, Scarlett tuvo que abandonar dos de las señas particulares que habían hecho de ella una novedad: su angelical pelo rubio –obligada por el comic, su personaje carga el pelirrojo oscuro de la locura– y hasta parte de sus (dos) atributos por excelencia –además de tomar clases de karate, tuvo que someterse a una estricta dieta a partir de la cual perdió siete kilos–-. Sin embargo, aunque por momentos da la sensación de que ese rol de viuda negra no le sienta bien, su erotismo fresco e hirviente, junto a su cara angulosa, la vuelven muy propicia para el mundo de los comics. En definitiva, aunque su actuación dista de ser descollante, su mera presencia apretadita en ese traje negro de lycra bastó para que esta película cosechara una altísima recaudación en todo el mundo, además del talento, la expresividad y el carisma de Robert Downey Jr., claro está.

Entonces hoy, a sus florecientes pero maduros veinticinco años (ya tiene tanto kilometraje en su haber...), se imponen dos preguntas: ¿Scarlett estaba a la altura de lo que prometía en sus primeras apariciones estelares de El hombre que susurraba al oído de los caballos y Lost in translation? ¿Scarlett está en su peor o en su mejor momento?

Tal vez la respuesta no exista, o quizás la única forma de responderla sea recurrir nuevamente a la locura, las tentaciones y contrarios en pugna del dos; ese número dos, ese placer doble (y triple y cuádruple) que es Scarlett Johansson.

Fuente: Página 12

Con la prolijidad de una pintura de época

CINE › EL MURAL, DE HECTOR OLIVERA, CON LUIS MACHIN, CARLA PETERSON Y BRUNO BICHIR

La película reconstruye de manera prolija las relaciones cruzadas entre los Botana, dueños del diario Crítica, el muralista Alfredo Siqueiros y su mujer. Entre tanto exceso transcurre la película.

Por Horacio Bernades

Quien haya visto el documental Los próximos pasados (Lorena Muñoz, 2006) o leído alguno de los muchos libros dedicados al mítico empresario periodístico Natalio Botana, conocerá los hechos que narra El mural. En 1933, el fundador del diario Crítica –posible versión criolla de William Randolph Hearst o su posterior avatar ficcional, Charles Foster Kane, motivo de que en una escena se cite a El ciudadano– encargó al mexicano David Alfaro Siqueiros, llegado a Buenos Aires por invitación de Victoria Ocampo, la realización de un mural atípico. Por única vez, el hombre que junto con Diego Rivera y José Clemente Orozco elevó el muralismo a su máxima estatura no cultivaría el arte de masas, en exteriores y de tamaño épico, sino una forma de arte cortesano, para exclusivo consumo de ricos, enclaustrado en el sótano de la mansión que Botana tenía en Don Torcuato. Convencido militante del Partido Comunista mexicano, Siqueiros aceptó a cambio de casa y comida, tal vez con la intención –plenamente contradictoria con su fe ideológica– de vivir durante un tiempo la vida de un magnate.

Siqueiros decidió consagrar “Ejercicio Plástico” a su amada, la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, a la que recibió en la quinta de su anfitrión. Para la confección del mural requirió la colaboración de unos treintañeros Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino, a quienes les sumó al escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro. Trabajando casi a la manera medieval –un maestro y sus discípulos–, llenaron el sótano de ondulaciones marinas y gigantescos cuerpos desnudos, abolieron líneas rectas y ensayaron técnicas utilizando materiales poco usuales. Mientras eso sucedía, entre bambalinas se desarrollaba un retorcido culebrón erótico que tenía por protagonistas a Botana, su no menos mítica esposa (la feminista, militante anarquista y convencida ocultista Salvadora Medina Onrubia), Siqueiros, Blanca Luz, un caballerizo digno de Lady Chatterley, una institutriz lesbiana... ¡y hasta Pablo Neruda!

Al ser los años ’30 tiempos de rebelión y represión, y al tener los dueños de casa activa participación en la política de la época, se entiende que hasta la quinta Los Granados lleguen resonancias que incluyen a los fachos de la Legión Cívica, sindicalistas anarquistas, infiltrados de la policía, copetudos afines a la revista Sur y hasta el mismísimo presidente de la Nación, Agustín P. Justo, amigo personal de Botana. Todos ellos, invitados –juntos o por separado– a la mansión campestre de Don Torcuato. En casa están, a su vez, los hijos de Botana, también famosos a la larga. Y trágicos, en el caso del mayor (que no era hijo de Botana, de lo cual se enteró tarde y mal). Es demasiado, se diría, tanto en términos de subtramas cruzadas como de protagonistas, nombres famosos, derivaciones narrativas y hasta posibles géneros y subgéneros cinematográficos, de la épica histórica al biopic, el drama familiar, la picaresca y el triángulo erótico (no sólo el triángulo, sino el cuadrado, el pentágono y más allá).

Olivera y sus coguionistas hicieron sencillo ese posible berenjenal, gracias a un desglose prolijo, ordenado y comprensible, que habilita sin confusiones varias líneas de relato y redondea la figura de los principales agonistas, como si de un fresco se tratara. O de un mural, para decirlo más precisamente. A diferencia del que le da nombre, la película no se aventura en la utilización de técnicas y materiales de avanzada, recurriendo a otras más tradicionales, bastante melladas ya por el tiempo y el uso. Vicio básico de tanto cine histórico, a los personajes les cuesta desprenderse de su condición de “nombres” o figuras históricas. La pose fotográfica prima sobre el volumen dramático. En algunos casos, el trabajo actoral atenúa ese vicio, como sucede con el sobrio Botana de Luis Machín, la sentida Salvadora de Ana Celentano o el encendido Siqueiros del mexicano Bruno Bichir. En otros, el traje parece quedar demasiado grande (el Neruda de Sergio Boris), incómodo (nunca se vio tan trastabillante a Carla Peterson, que hace de la veleidosa Blanca Luz) y llega a dar lugar a la caricatura mímica (el grupo de Berni, Spilimbergo & Cía).

En el marco de una reconstrucción de época precisa, cuidada y minuciosa, el mural resultante –El mural, finalmente– es barroco, animado y colorido. Pero en los papeles. En la pantalla luce demasiado plano, almidonado incluso. Antes que surgir de los personajes, las pasiones parecen “puestas”: véanse las escenas de sexo y desnudos, más posadas que genuinas. Hubiera sido necesario ir más allá de la impecable fachada para hacerle honor a tanto exceso. Los personajes y circunstancias de El mural son, se diría, más grandes que la vida. El mural no llega a serlo.

6-EL MURAL

Argentina/México, 2010.

Dirección: Héctor Olivera, con codirección de Javier Olivera.

Guión: H. Olivera, Javier Olivera y Antonio Armonía.

Fotografía: Félix Monti.

Dirección de arte: Emilio Basaldúa.

Vestuario: Graciela Galán.

Intérpretes: Luis Machín, Carla Peterson, Ana Celentano, Bruno Bichir, Sergio Boris, Camilo Cuello Vitale, Rodrigo Noya y Mónica Galán.

Fuente: Página 12

"El cine tiene otros tiempos pero el camino de actuar es el mismo"

CARLA PETERSON

Tras su primer protagónico en la gran pantalla, la actriz aseguró ser "muy autocrítica" con su trabajo

Tras una exitosa carrera en la TV y el teatro, Carla Peterson desembarca en cine como una de las protagonistas de "El mural", una película de Héctor Olivera que se estrenará hoy en salas locales, donde interpreta a una bella poeta y militante política uruguaya, una experiencia a la que, según indicó, llegó a partir de su necesidad de "enfrentar nuevos desafíos".

Reconocida por su labor en televisiva en las tiras "La Lola" (América) y "Los exitosos Pells" (Telefé), la blonda actriz llega al cine para encarnar a Blanca Luz Brum, la seductora esposa del muralista mexicano David Alfaro Siqueiros (Bruno Bichir), quien aquí se erige en el disparador de un mar de aventuras y dramas desatados durante la estadía del matrimonio en la mansión del empresario periodístico Natalio Botana (Luis Machín).

"La película tiene mucho de ficción y también mucho de realidad. Cuenta la historia de personas que vivían intensamente cada minuto, habla de amores y pasiones entre hombres y mujeres, pero también hacia el arte, la política, los ideales, la verdad y la vida", sintetizó Peterson en recientes declaraciones a la prensa.

En la película, Peterson se luce desde su talento y su cautivante belleza, con escenas fuertes que comparte con Machín, Bichir y Boris. Es que la poeta que le tocó en suerte era conocida por su transgresora vida amorosa. Blanca Luz no sólo se transforma en amante de Botana sino que acepta el cortejo de Neruda, entonces vicecónsul chileno en Buenos Aires y amigo de Siqueiros.

"Me vi muy bien, aunque siempre soy muy autocrítica con mi trabajo, fue como disfrazarme. Seguramente Blanca Luz fue distinta a la que yo hice en la película -expresó-. Actúo por eso, porque se me abren mundos, me gusta tener la gran posibilidad de vivir esas cosas diferentes por un rato".

SU PERSONAJE

En relación a la composición de su personaje, Carla contó que no la conocía, por eso investigó acerca de su vida y buscó fotos suyas: "Hay pocas certezas sobre ella, hay un gran misterio alrededor de su vida, y en las fotos ni ella se parecía a ella".

Comparando con los programas diarios que asumió en TV, lo que rescata Peterson de su experiencia en el cine, es que "se pueden contar historias de manera más breve pero más profunda, donde uno tiene que buscar una síntesis expresiva y visual".

"El cine tiene otros tiempos, pero el camino de actuar lo puedo realizar de la misma manera en todos lados", acotó la actriz, quien confesó sus ganas de hacer muchas películas.

PRESENTE LABORAL

En relación a su presente artístico, la actriz que viene de hacer en teatro el musical "Corazón idiota", contó que se siente contenta por haber logrado convertir en realidad lo que en principio era un deseo. "Ahora es una realidad, vivo de esto, tuve las mejores oportunidades, siento que eso no a todo el mundo le sucede", indicó.

"Pero también sé que es largo el camino porque hay cosas por delante. Siento un vértigo interesante que me hace pensar. Ahora es un tiempo de no dar tanto, de esperar y de buscar", sostuvo la actriz, quien si bien no ahondó en detalles dijo entrever un próspero futuro laboral cercano.

"Mi búsqueda está dirigida hacia cosas en donde yo puedo funcionar con lo que tengo o enfrentar un nuevo desafío, estudiando, juntándome con gente que me da cosas y creciendo", concluyó.

Fuente: El Día