Drogas: ¡una guerra perdida!


Ramón Parellada

De diciembre de 2006 a la fecha han muerto aproximadamente unas 50 mil personas en México, relacionadas con la prohibición a las drogas. Gran parte de ello se debe a la gran ofensiva que ese gobierno emprendió contra los narcotraficantes. Estas cifras que manejan los periódicos del vecino país son de escándalo.

Un amigo mexicano me comentó que la mayoría de los homicidios ni siquiera han sido investigados por las autoridades. Parece ser que sólo hay investigaciones de unos 2 mil homicidios atribuidos a la guerra contra las drogas. Además, se habla de más de 10 mil desapariciones forzadas.

Esta cifra de 50 mil muertos en tan sólo 5 años, de ser cierta, es ya superior a los 37 mil muertos durante todo el conflicto armando en Guatemala de 1960 a 1996 (36 años). Por cierto, aprovecho para aclarar que en Guatemala se manejan cifras de 200 mil muertos o incluso 250 mil pero sin evidencia. Este mito de los muertos durante el conflicto armado está bien estudiado y documentado en el capítulo XXV del segundo tomo del libro del profesor Carlos Sabino, Guatemala, la historia silenciada.

El asunto que quiero traer a colación tiene que ver con la intención del gobierno del general Otto Pérez Molina de emprender una guerra fuerte contra el narcotráfico, y para ello ha escogido a sus mejores hombres para dirigir el Ministerio de Defensa y de Gobernación. Yo creo que las personas designadas son tremendamente capaces y están muy bien entrenadas para los puestos mencionados. También creo que si la lucha se hace con los kaibiles, que son las fuerzas especiales de Guatemala, muchos narcotraficantes sufrirán las consecuencias pero la guerra no terminará jamás, pues es dispareja y será una guerra perdida con muchísimos muertos. Me atrevo a decir que ocurrirá una carnicería como la que está ocurriendo en México.

La guerra contra las drogas no podrá ganarse jamás con las armas. ¿Por qué? Porque los incentivos están dados para que por cada narcotraficante que caiga aparezcan otros tratando de ocupar su lugar. Por cada kilo de cocaína que se decomise el precio se incrementará y aparecerá otro productor. Lo que está haciendo México es encarecer el precio de las drogas y, por consiguiente, hace más atractivo para los narcotraficantes correr el riesgo y armarse más; además de ser más capaces de corromper a los funcionarios públicos empanzando por las fuerzas armadas y de seguridad, así como a los jueces.

El caso de México es espantoso. Han sido muy valientes en esta guerra pero han provocado una masacre sin igual. Grupos de narcotraficantes matándose entre ellos cruelmente por ocupar el poder que otro ha dejado por haber caído. Ya lo vivimos en Petén por los temibles Zetas. Hemos visto también que si los narcotraficantes quieren acabar con la cabeza, lo pueden hacer, como fue el caso de los dos ministros que fueron asesinados al caer sus helicópteros. No fue coincidencia ni accidente, fue un atentado.

¿Qué hacer? Creo que si Guatemala hace lo que está haciendo México los homicidios se incrementarán en vez de disminuir como fue la promesa del general Pérez Molina. Pienso que hay que despenalizar la producción, distribución y consumo de drogas. Políticamente se tiene que hacer un frente de varios presidentes y ex presidentes de los países que más estamos sufriendo por la prohibición, para llegar a Estados Unidos de América con una postura firme a favor del fin de la guerra contra la prohibición a las drogas, como ocurrió hace 77 años con la prohibición al alcohol.

La drogadicción no es buena, pero la prohibición no la elimina ni permite ayudar al drogadicto a salir de ella, sino que genera más muertes violentas, corrupción y temor.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 08 de diciembre 2011.