99% versus 53%


Carroll Ríos de Rodríguez

Aunque algunos manifestantes dicen que quieren un buen empleo, otros parecen rehuir el esfuerzo.

Las quejas de los manifestantes europeos y estadounidenses anti-Wall Street son tan abundantes como confusas. Uno de los lemas que han utilizado es “somos el 99%”. Según ellos, el 1% de la población, rica, no sólo salió ilesa de la crisis financiera, sino incluso se benefició por las políticas implantadas tras la debacle. Llevan razón por cuanto los gobiernos del mundo son sensibles al cabildeo de grupos de interés bien organizados y políticamente hábiles. Y aunque los manifestantes ven la salvación en la intervención gubernamental, es cierto que, a la larga, los tributarios pagarán parte de la factura del rescate a grandes empresas financieras, así como los costos visibles y ocultos de extravagantes planes para supuestamente estimular la economía.

Sin embargo, dicho lema, y la actitud resentida subyacente, incomoda a muchos ciudadanos que, en teoría, podrían considerarse como parte del 99%. Aunque algunos manifestantes dicen que quieren un buen empleo, otros parecen rehuir el esfuerzo. Quisieran columpiarse a costillas de los demás, al exigir para sí una transferencia del bolsillo de los ricos, o del erario público, sólo porque sí. De ahí surgió una creativa respuesta: “Somos el 53%”.

¿Qué significa el 53%? Es una alusión directa al hecho que el 47% de los estadounidenses no paga impuesto sobre la renta. La explicación en el margen izquierdo de la página principal es escueta: “Somos los que pagamos por los que lloriquean por todo aquello...” La cuestión se aclara cuando uno ingresa al archivo: http://the53.tumblr.com/archive. Allí verán cartas manuscritas por personas comunes y corrientes, contando sus vivencias.

Por ejemplo: “Provengo de una familia obrera que no tenía la plata para pagar mis estudios. Trabajé y estudié por 10 años. Ahora tengo una maestría en negocios y un buen empleo. Soy el 53%”. Los testimonios irradian laboriosidad, responsabilidad, sacrificio, dignidad, amor propio y amor por los seres queridos. Superaron tremendos obstáculos sin sentir que alguien les debía algo.

Y con razón se preguntan: ¿por qué debo ceder mis ahorros, ganados con el sudor de la frente, a bochincheros haraganes? Muchos mensajes terminan con una exhortación a los manifestantes: “Trabajen”, “¡Hombría!”, “No se quejen”.

En otra época, los colaboradores con la página del 53% serían la mayoría silenciosa: la ciudadanía políticamente desarticulada, que no tiene el tiempo, los recursos ni la personalidad para salir a manifestar en las calles de Wall Street o en otro lado, y que no pertenece a un grupo de interés políticamente ágil. Los avances tecnológicos les han permitido converger en un espacio virtual para hacerse oír.

Su mensaje es importante para Guatemala hoy. Es refrescante saber que aún existen personas con empuje que hacen realidad sus sueños, haciéndose cargo de sus vidas sin excusas. Todavía existen personas que no mendigan al gobierno por un privilegio indebido. Este es el ciudadano anónimo que merece nuestra admiración, pues crea riqueza, genera empleos y construye nación.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 19 de octubre 2011.