Formidable voluntariado

Carroll Ríos de Rodríguez

Los votantes no sólo superaron pequeños obstáculos, sino se ayudaron mutuamente.

Según las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, se tardaron en divulgar resultados debido a una gran afluencia de votantes y al aumento de las Juntas Receptoras de Votos (JRV). Los pasos requeridos para garantizar la absoluta transparencia pudieron también ser una causa comprensible: el conteo y reconteo digital de votos se hizo acompañar de un triple rastro en papel. Merece reconocimiento un asombroso equipo de honorables y eficientes voluntarios que llevó a cabo dicha tarea.

Les comparto mi vivencia como delegada COPE (del centro de operaciones) de la Junta Electoral del Distrito Central y Distrito Guatemala. En esta rama colaboraron aproximadamente 30 mil ciudadanos. Lo que experimenté en cuanto al número de entregados voluntarios seguramente se replicó a lo largo y ancho del país.

El 7 de septiembre, en solemne acto, decenas de ciudadanos fuimos juramentados como delegados COPE. Nos explicaron que laboraríamos ad honorem durante la noche del domingo, verificando que los documentos y cajas provenientes de los centros de votación se entregaran y recibieran debidamente. Nos reunimos, uniformados e identificados con gafetes, en el Hotel Tikal Futura al atardecer del domingo. Nos organizaron. Los hombres se encargarían de recibir y almacenar las cajas, cual joyas preciosas, transportadas en cuidados camiones. Las mujeres formamos tres grupos que denominamos “las blancas”, “las amarillas” y “protocolo”.

Las encargadas de protocolo recibieron con aplausos y porras a los coordinadores de los centros de votación, agotados tras la larga jornada; guiaban a los coordinadores en los trámites restantes. La algarabía se intensificaba conforme avanzaba la madrugada. Los coordinadores narraban sus historias, elogiando tanto a sus allegados como al votante. Coincidían al describir una gran afluencia. Los votantes no sólo superaron pequeños obstáculos, sino se ayudaron mutuamente. Por ejemplo, en un centro con muchas gradas, se ideó un elevador humano para que los mayores y discapacitados pudieran ejercer el voto —los bajaban a zopilotillo, sentados en una silla.

Luego, “las blancas” acompañábamos a los profesionales en el proceso de escanear las actas originales, contando todos los documentos. Se imprimía un “manifiesto” calzado con tres firmas de responsables. Mientras los digitadores reingresaban los datos al sistema (se había hecho ya una vez en los centros), nosotras entregábamos las copias a las eficientísimas “amarillas”, quienes crearon un archivo de duplicados. ¡Este intricado proceso imposibilita el fraude!

Hubo gente que trabajó sin tregua, con sueño y hambre, por más de dos días seguidos. Amaneció el lunes y seguían en pie, con natural alegría, haciendo gala de un noble sentido de responsabilidad. Reinó la cordura y el sentido común para solventar los inevitables inconvenientes. Las diarias decepciones que sufrimos se opacan frente a la esperanza y admiración que nos inspiran estos compatriotas. ¡Gracias, JEDC y JEDG!

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 14 de septiembre 2011.